Modificar costumbres y hábitos siempre ha sido una situación compleja de llevar a cabo. Sin embargo en ocasiones se torna un tema tan necesario como vital para cientos de personas en todo Chile.
Si se trata de comprender el significado de la palabra hábito, se puede ver que estos involucran un grado de automatismo, acompañado de ciertos elementos conscientes; por lo que, un hábito se conserva por ser útil, cómodo y agradable, llegando a ser parte de la vida de una persona. Y esto se puede extrapolar perfectamente a la agradable sensación que produce comer.
En el último tiempo se ha podido ver cada vez más la incorporación de estilos de vida sedentarios y un consumo de alimentos ricos en lípidos, azúcar, pobres en fibras y micronutrientes. En este escenario, la población Latinoamérica y por su puesto que la chilena, ha cambiado de una condición de alta prevalencia de bajo peso y déficit de crecimiento hacia un contexto marcado por un incremento de sobrepeso y obesidad,
Una investigación en escolares y adolescentes de Estados Unidos, (Institute of Medicine,2007) arrojó como resultado que la misma tendencia en los hábitos alimentarios relacionados con una baja ingesta de frutas, verduras, granos integrales, alto consumo de carbohidratos simples, sin dejar a un lado los bajsimos niveles de práctica de actividad física en los hogares y escuelas, lo cual también se puede apreciar en el plano local (Chile).
La otra cara de la moneda
Ahora bien como se dice al comienzo es imperativo lograr de manera paulatina el cambio de hábito alimenticios, lo cual a la postre contribuirá a una población más sana.
El camino más lógico para ello es el aumento de consumo de frutas y hortalizas, así como de legumbres, cereales integrales y frutos secos, a la vez que incrementar sustancialmente la cantidad de actividad física a lo largo de toda la vida.
Dejar de lado las grasas saturadas y ácidos grasos y sustituirlos por grasas sin saturar y en algunos casos disminuir la ingesta total de grasas. En cuanto a los alimentos de origen animal, se debe fomentar el consumo de pescado, carnes magras y productos lácteos bajos en grasa.
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