Cuando hablamos de pan en Chile, es la historia nace en los hogares más humildes, en la que hablamos de hornos, canastos, amasadoras, harina, sal, y agua. Pero por sobre todo, es la historia de uno de los oficios más antiguos, sacrificados y solicitados, ya que somos uno de los países con mayor consumo de pan en el mundo, con un promedio anual de 90 kilos por persona..
Según diversas investigaciones, la primera panadería en Chile data del año 1648, y en un principio, el pan se hacía básicamente en las cenizas de las fogatas de las casas. La gente obtenía grasa de los mataderos y carnicerías, las cortaba, derretía y luego se mezclaba con la harina, obteniendo un producto demasiado duro y pesado.
Solo unos pocos privilegiados que contaban con un horno, podían elaborar el llamado pan francés, también conocido como pan batido o marraqueta, que con solo cuatro ingredientes: harina, sal, levadura y agua, resulta un pan ligero, sin grasa y sabroso.
Uno de los factores que sacaron este producto de las casas y lo hicieron comercial, es que la gente empezó a trabajar cada vez más lejos y ya no podía volver a almorzar a sus casas, por lo que llevarse un pancito era la mejor opción.
A mediados del siglo XVIII Chile aumentó las exportaciones de trigo, lo que significó un gran salto en el desarrollo de la industria panadera. Pero el pan tenía que llegar fresco a las casas, por lo que el trabajo de repartidor era clave: cada día recorrían las calles a caballo, cargando en canastos atados al lomo del animal.
Ahora se ve todo tan fácil, porque por ejemplo, Calvac Equipos Gastronómicos ofrece en el mercado amasadoras, hornos y batidoras industriales, que ayudan a fabricar gran cantidad de pan sin que signifique mucho trabajo, pero en los años 30, 40 (del siglo XX) no era así.
Un hito importante, fue la llegada de la electricidad a las panaderías de Santiago en 1920, lo que significó que el horno podía estar prendido 24/7 aumentando la producción de pan.
Hacia los años 70 las pequeñas panaderías fueron amenazadas ante la llegada de las grandes cadenas de supermercados.
Pero para la fortuna de muchos emprendedores, ahora estamos viviendo un renacer de las panaderías independientes que están creando panes con valor agregado y la gente tiene mayor disposición a pagar. Por ejemplo, ya podemos encontrar diversos tipos de pan, e incluso opciones sin glúten, integrales, de masa madre, alternativas con múltiples sabores, aliños y mucho más saludables.
Ahora, debido a la inflación que está viviendo el país, el costo del pan está bordeando los $2.000 pesos, lo que ha significado una crisis para las familias chilenas, quienes deben gastar más en el producto más básico de nuestra mesa, pasando de ser un alimento humilde a casi, un producto de élite, que puede llegar por delivery hasta la puerta de tu casa.