Una lamentable situación denunció la socióloga Ana Carolina Rodríguez, quien relató como no pudo retribuirle al país el ser parte del programa Beca Chile, acusando abandono de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt).
A través de su cuenta de Facebook, Rodríguez relató que “fui becaria del programa Beca Chile para estudios de doctorado en el extranjero entre 2011 y 2015. Con esta beca realicé un doctorado en Ciencias Agrarias con mención en conservación de turberas y humedales en la Universidad de Humboldt-Berlin, Alemania. Mi tesis doctoral, una monografía, ofrece la primera clasificación hidrogeomórfica de turberas en las cuencas de los ríos Baker y Pascua, región de Aysén”.
“Con los $300.000 que la beca Chile me otorgó como ayuda al retorno financié un viaje a Coyhaique para exponer ante profesionales del CIEP (Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia) y ante el SEREMI de Agricultura, en aquel entonces, Sr. Horacio Velásquez. Ambos me concedieron fechas para exponer. Sin embargo, el SEREMI, un par de días antes del vuelo canceló sin motivos claros la cita que me había concedido. Mi decepción fue aún mayor, cuando ninguna persona del CIEP fue a la charla realizada el jueves 12 de noviembre de 2015 en la Sede de la Universidad Austral en Coyhaique, a pesar de que ellos habían apoyado la realización de la investigación”, detalló.
Junto con ello, Rodríguez denunció que Conicyt rechazó su proyecto y luego éste fue “expropiado” por el Ministerio de Minería. “Pedí audiencias y envié mi currículum a todos los centros de investigación y entidades públicas relacionadas con medioambiente y/o con turberas. Todos me felicitaron por el doctorado. Nadie me acogió, invitó o dio la chance de trabajar”.
La profesional disparó señalando que “yo volví a Chile con todo el entusiasmo de aportar y retribuir mi beca, mi esposo me siguió aquí para quedarnos y formar una vida, con la esperanza de aportar juntos al desarrollo de nuestra disciplina. Pero ello es simplemente imposible, porque yo no tengo un apellido raro, ni estudié en un colegio caro, ni pertenezco a un partido político, no tengo redes porque estuve siete años fuera del país formándome y volví para comprobar que Chile no necesita los conocimientos y experticias que tenemos. Como lo explica la evaluación de mi primer proyecto CONICYT rechazado: “la temática que presento no es inherente a las necesidades de investigación del país”.
“A 15 meses de mi regreso a Chile, queremos comentarle que ya no podemos más vivir aquí. Personalmente, no estoy retribuyendo nada porque este país no me necesita. No tiene ninguna lógica seguir aquí pudriéndome en la frustración y muriéndome de hambre. Estamos muy tristes al respecto pero a la vez concientes de que intentamos todo para poder lograr insertarnos aquí. No tenemos otra opción y nos vamos con el sabor amargo y la pena de saber que tantos ecosistemas maravillosos seguirán en la amenaza, en manos de instituciones que sólo quieren explotarlos como los Ministerios de Agricultura y Minería en Magallanes y Aysén, o peor aún, de aquellas que incluso se toman el derecho de verter en ellos sus desechos químicos y de violar cualquier medida de protección de su flora palustre, como las forestales de la Región de Los Ríos”.
Valdivia, 5 de Enero de 2017
Estimado Sr. Hamuy Wackenhut,
junto con saludarle, me dirijo a usted para exponerle la razón de esta carta.
Fui becaria del programa Beca Chile para estudios de doctorado en el extranjero entre 2011 y 2015. Con esta beca realicé un doctorado en Ciencias Agrarias con mención en conservación de turberas y humedales en la Universidad de Humboldt-Berlin, Alemania. Mi tesis doctoral, una monografía, ofrece la primera clasificación hidrogeomórfica de turberas en las cuencas de los ríos Baker y Pascua, región de Aysén. Debido a lo costoso de mis campañas de terreno, de manera paralela al doctorado, trabajé todo el tiempo que duraron mis estudios, apoyando diversos proyectos de investigación en Cuba, Argentina, Kirgistán, Sudáfrica y Alemania. La experiencia y conocimientos ganados, me ayudaron a titularme con “cum laude” en julio de 2015. Regresé a Chile en octubre de ese mismo año y dos meses más tarde me siguió aquí la persona que hoy es mi esposo y prontamente también Doctor en turberas y humedales.
Lo primero que hice al volver a mi país en aquel octubre, fue ofrecer presentaciones de los resultados de mi tesis en la Región de Aysén. Con los $300.000 que la beca Chile me otorgó como ayuda al retorno financié un viaje a Coyhaique para exponer ante profesionales del CIEP (Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia) y ante el SEREMI de Agricultura, en aquel entonces, Sr. Horacio Velásquez. Ambos me concedieron fechas para exponer. Sin embargo, el SEREMI, un par de días antes del vuelo canceló sin motivos claros la cita que me había concedido. Mi decepción fue aún mayor, cuando ninguna persona del CIEP fue a la charla realizada el jueves 12 de noviembre de 2015 en la Sede de la Universidad Austral en Coyhaique, a pesar de que ellos habían apoyado la realización de la investigación.
Pero eso fue sólo el comienzo. En diciembre de 2015 tuve conocimiento de que fue rechazado un proyecto CONICYT de Investigación Postdoctoral que postulamos en abril de 2015 junto al Dr. Sergio Radic de la Universidad de Magallanes. Este proyecto trataba sobre la creación de un sistema de clasificación, monitoreo y conservación de turberas en esa región, donde se encuentra casi el 50% de las turberas de Chile. A fin de seguir buscando una posibilidad para retribuir al país trabajando en mi tema, mi esposo y yo le apostamos a Magallanes y nos fuimos a presentar nuestras investigaciones en el último Southern Connection Congress realizado en enero de 2016 en la Universidad de Magallanes. Allí conocí al Dr. Juan Carlos Aravena, quien me apoyó para reformular y repostular el proyecto sobre turberas al programa de inserción en la academia PAI CONICYT. Luego de presentar esta postulación y a fin de mantenerme en Magallanes a la espera de los resultados de ese concurso, me establecí en Puerto Natales. Desde allí, pedí audiencias y envié mi currículum a todos los centros de investigación y entidades públicas relacionadas con medioambiente y/o con turberas. Todos me felicitaron por el doctorado. Nadie me acogió, invitó o dio la chance de trabajar, excepto el rector de la Universidad de Magallanes, Sr. Juan Oyarzo, quien me comentó la posibilidad de un cargo como Coordinadora de Investigación en el campus Puerto Natales, pero que finalmente no se concretó, pues el puesto no fue creado. Seguí intentando. Hice red con el Dr. Osvaldo Vidal del Instituto de la Patagonia, y juntos aceptamos trabajar en la formulación de un proyecto CORFO para crear una página web sobre turberas en Magallanes, animados por el SEREMI de Minería, Sr. Manuel Aravena. Al cabo de dos meses de trabajar duro en la formulación de ese proyecto y entregar varios borradores al Sr. Aravena, este nos indicó que CORFO le había negado la posibilidad de trabajar con un centro de investigación como el Instituto de la Patagonia y que gracias a nuestros borradores había conseguido interesar a una empresa minera para presentar el proyecto. Todo el trabajo de formulación fue hecho de manera gratuita por nuestra parte, y el proyecto, como usted podrá comprender, expropiado sin más.
Poco después de este lamentable hecho, junto al Dr. Juan Carlos Aravena confirmamos que nuestro PAI CONICYT no había sido aprobado. Desde entonces, yo comencé a postular a cargos en todo el país. Postulé a cinco cargos universitarios, desde Rancagua hasta Aysén. Así mismo, tengo registros de más de 150 postulaciones a empleos como cientista agraria, estadista, socióloga y gestora de proyectos, en todas las regiones de Chile. Ninguna postulación dio un resultado positivo. En septiembre de 2016, sin dinero para siquiera poder pagar el arriendo, junto a mi esposo comenzamos a vender nuestras cosas en Puerto Natales. Al auto, le siguió un kayak que habíamos adquirido con el sueño de explorar turberas costeras en los canales australes. Luego vinieron los artefactos de cocina, el comedor, el colchón, ropas de agua, instrumentos de medición científica, y así hasta que ya no pudimos más. A principios de octubre de 2016 nos embarcamos en Puerto Natales en el ferry subsidiado Crux Australis con rumbo a Puerto Yungay. Así comenzamos a “trepar por Chile” en busca de un empleo. Ahora estamos en Valdivia, donde el costo de vida es menor que en Magallanes y la calidad de la misma mayor, al menos para nosotros. Yo estoy trabajando en un vivero de plantas ornamentales donde me permiten un turno de cuatro horas al día y me pagan $1500 pesos la hora. De vez en vez me llaman para trabajar como guía de kayak por los humedales de la ciudad, y me pagan $25.000 por el día completo de guiar en idioma alemán. En las horas libres me he reunido con honorables docentes de la Universidad Austral que trabajan en áreas relativas a la mías. Algunos profesores me han sincerado que por mi formación como socióloga ven difícil el integrarme a sus facultades. En Noviembre pasado postulé a dos cargos en el Centro de Humedales Río Cruces, pero aún siendo doctora en el tema, ni siquiera fui invitada a una entrevista. He escrito y pedido audiencia a varios profesores de la Facultad de Ciencias Agrarias para ofrecerles mi ayuda en sus proyectos, también sin suerte.
Estimado Sr. Hamuy Wackenhut, yo volví a Chile con todo el entusiasmo de aportar y retribuir mi beca, mi esposo me siguió aquí para quedarnos y formar una vida, con la esperanza de aportar juntos al desarrollo de nuestra disciplina. Pero ello es simplemente imposible, porque yo no tengo un apellido raro, ni estudié en un colegio caro, ni pertenezco a un partido político, no tengo redes porque estuve siete años fuera del país formándome y volví para comprobar que Chile no necesita los conocimientos y experticias que tenemos. Como lo explica la evaluación de mi primer proyecto CONICYT rechazado: “la temática que presento no es inherente a las necesidades de investigación del país”.
Mi esposo, por otra parte, de nacionalidad extranjera, ha pedido una residencia para vivir conmigo en Chile, pero como ninguno de los dos tiene trabajo o ingresos suficientes, es muy improbable que la reciba. Sólo puedo decirle que mi vida es totalmente indigna sin un trabajo. Mi esposo y yo no tenemos ninguna posibilidad de desarrollarnos profesional ni familiarmente en Chile bajo estas condiciones. En estos meses nos hemos sentido derrochando el tiempo de nuestra juventud restante, perdiendo la posibilidad de generar ahorros que nos serán indispensables para nuestra vejez, abortando nuestros sueños de familia, sumiéndonos en la miseria humana de vivir frustrados e ignorados a pesar de nuestra formación y de los esfuerzos invertidos, arrastrados a pedir ayuda caritativa en municipalidades y oficinas sociales, obligados a quitarle recursos de salud a la gente más pobre al pedir atención médica con FONASA A en los CESFAM a pesar de tener 14 años de formación universitaria en el cuerpo.
Estimado Sr. Hamuy Wackenhut, a 15 meses de mi regreso a Chile, queremos comentarle que ya no podemos más vivir aquí. Personalmente, no estoy retribuyendo nada porque este país no me necesita. No tiene ninguna lógica seguir aquí pudriéndome en la frustración y muriéndome de hambre. Estamos muy tristes al respecto pero a la vez concientes de que intentamos todo para poder lograr insertarnos aquí. No tenemos otra opción y nos vamos con el sabor amargo y la pena de saber que tantos ecosistemas maravillosos seguirán en la amenaza, en manos de instituciones que sólo quieren explotarlos como los Ministerios de Agricultura y Minería en Magallanes y Aysén, o peor aún, de aquellas que incluso se toman el derecho de verter en ellos sus desechos químicos y de violar cualquier medida de protección de su flora palustre, como las forestales de la Región de Los Ríos. En Chile el 3% del territorio nacional son turberas. Habemos hasta la fecha sólo dos doctoras tituladas en turberas en Chile, pero la falta de trabajo hace parecer que saturamos el mercado laboral. Mi esposo y yo nos merecemos la oportunidad de cosechar el fruto de nuestros esfuerzos en una tierra más fértil. Esperamos que nuestro caso sea un elemento inspirador para que las instituciones cambien su modo de actuar en Chile, e integren activamente a profesionales de alto nivel en sus filas, promoviendo el desarrollo de la diversidad científica en el país y multiplicando la inversión en capital humano que ha sido financiada con recursos de todos y todas las y los chilenos y chilenas.
Sin otro particular, le saluda atentamente,
Ana Carolina Rodríguez
Rut: 14.170.813-9
Socióloga (Universidad de Chile), MSc. en Ciencias y PhD en Ciencias Agrarias (Humboldt Universität zu Berlin)