Una grave crisis ambiental provocó la nube tóxica que cubrió a Santiago después del incendio del vertedero Santa Marta en enero de 2016. 137 familias todas las tardes deben cerrar las ventanas para no llenarse de moscas y malos olores dentro de sus casas. Las zonas más afectadas son Lonquén, Lo Herrera y El Romeral, por la cercanía que tienen al vertedero. Las tres localidades juntas decidieron iniciar una demanda judicial que persigue el cierre definitivo del relleno sanitario que lleva 14 años de funcionamiento.
Por Fernanda Robles
Son las 18.00 hrs y lentamente el sol cae en la villa El Romeral. El viento cambia de dirección hacia la cordillera y los vecinos comienzan a cerrar las puertas y ventana de sus casas. Nada debe quedar abierto, es la única forma de evitar que entren las moscas. Escondido el sol, en la calles se instala un olor desagradable. Huele a deposiciones, desechos animales y basura descompuesta.
A cinco kilómetros de la villa El Romeral, límite entre las comunas de San Bernardo y Talagante, se ubica el relleno sanitario Santa Marta con un total de 296 hectáreas. De éstas, 87,6 son destinadas al tratamiento de residuos. Diariamente camiones de 40 toneladas se dirigen al vertedero para depositar los desechos de 19 de las 52 comunas de la Región Metropolitana.
En sus 14 años de funcionamiento Santa Marta no había tenido mayores problemas hasta el domingo 17 de enero de este año, día en que se produjo en su interior un incendio que causó graves consecuencias ambientales en todo Santiago, además de problemas respiratorios para los pobladores de las localidades más cercanas.
Marta González vive hace 36 años en la villa El Romeral. Su casa es la última de la calle Brisas, un pasaje sin salida, frente al cerro que colinda con Santa Marta. El día del incendio recuerda haber estado con su esposo e hijos cuando sintieron un olor insoportable que venía desde la calle. “Lo más fuerte que he sentido en mi vida. Lo primero que nos imaginamos fue que a un vecino se le había rebalsado el pozo séptico por el olor que se sentía. Ni un perro muerto se asemeja al olor que había ese día”, dice González.
Cubiertos por una densa neblina de humo, los vecinos se resguardaron en sus casas mientras bomberos intentaron controlar el incendio. La Municipalidad de San Bernardo llevó médicos y enfermeros que asistieron a niños y adultos con problemas respiratorios producto del aire contaminado y maloliente que respiraron. Marta González dice que mantuvo por un mes su casa completamente cerrada. El suelo emanaba un olor más fuerte del que estaban acostumbrados asentir, lo que sumado al calor que había en Santiago resultó en una situación insoportable.
“Lo primero que nos imaginamos fue que a un vecino se le había rebalsado el pozo séptico por el olor que se sentía. Ni un perro muerto se asemeja al olor que había ese día”, dice Marta González, vecina de villa El Romeral, al recordar el día del incendio del vertedero Santa Marta.
Para los vecinos de El Romeral, vivir cerca de Santa Marta se ha vuelto una pesadilla. Dicen que el olor llegó al extremo de impedirles pasar tiempo en sus patios y realizar actividades domésticas, como tender su ropa debido al olor que se impregna al dejarlas al aire libre. También muestran su preocupación por la cantidad de gente que sufre de alergia y asma, y por el número de vecinos que han muerto de cáncer el último tiempo. “No tenemos cómo corroborar la relación de esto con el vertedero, porque hay que hacer estudios y no tenemos las condiciones para hacerlo por plata. Quedamos a la deriva”, agrega González.
En la misma calle vive Patricia Vergara, tiene 56 años y dice que sufre de dolores de cabeza crónico cada vez que siente los olores del vertedero. Ella es una de las personas que ha organizado a los vecinos para manifestarse en contra de Santa Marta. Las movilizaciones que realizan consisten en intervenir por unas horas, las calles por las que transitan los camiones de basura que se dirigen a depositar la basura al vertedero.
Recuerda que el primer día que decidieron movilizarse, fueron unas 30 personas las que se reunieron en la calle. Todos estaban decididos a frenar el tránsito de los camiones que iban a depositar basura. Se reunieron a las seis de la mañana y tiraron palos y costales de tierra para impedir el paso de los camiones a Santa Marta. “Ese día no dejamos pasar a los camiones hasta las 10.00 am que fue cuando carabineros nos sacó del lugar. Fue un logro para nosotros, porque aunque hayan sido seis horas de detención de los camiones, evitamos que se depositara basura en el relleno sanitario”, cuenta Vergara.
Con el tiempo el descontento que mostraron los vecinos de El Romeral se amplió a otras villas. La comunicación comenzó a ser más organizada y se coordinaron a través de grupos de Facebook y Whatsapp para reunirse en asambleas una vez por semana.
José Luis Stark es uno de los líderes que representa a los vecinos de El Romeral. Tiene 45 años, vive en la localidad de El Monte y no es la primera vez que se involucra en una demanda vecinal generada por un conflicto medioambiental. En el 2015 participó activamente de las movilizaciones que realizaron los vecinos de Talagante para cerrar la planta de Max Agro por los malos olores que provenían de la crianza de cerdos en la zona. Tras seis meses de movilización, lograron que la empresa desistiera y abandonara sus funciones, cerrando la planta.
Al enterarse del conflicto que viven los vecinos de El Romeral, Stark decidió involucrarse en la lucha que estaban dando. “Me designaron como vocero y estamos abogando por una mayor limpieza, por la dignidad y la descontaminación. Poder vivir tranquilos y no vivir corrompidos por el vertedero”, dice Stark, quien se encargó de propagar la idea de movilizar a los afectados y organizar una demanda colectiva que uniera a todos los vecinos con el propósito de lograr el cierre definitivo de Santa Marta.
“Con la organización de funas, movilizaciones y la demanda, esperamos lograr que se cierre definitivamente y también demostrar que Santa Marta ha hecho cosas ilegales”, señala Stark.
Los vecinos denuncian que la basura depositada no corresponde a la declarada oficialmente por el relleno sanitario -de tipo domiciliario y/o asimilables a domiciliarios. Desde El Romeral, aseguran que por informaciones de ex trabajadores del vertedero se enteraron que se depositaba lodo de cerderas, desechos hospitalarios no tratados, de cementerios, de carnicerías e incluso de animales.
Los vecinos acusan que los camiones llevan más peso del que tienen permitido y que en la entrada nadie fiscaliza el peso que ingresan. Si bien tienen permitido 40 toneladas, los camiones llevan la carga cubierta con una lona, pudiendo aumentar su capacidad.
También denuncian que la basura depositada no corresponde a la declarada oficialmente por el relleno sanitario, quienes señalan que el tipo de residuos autorizados son de tipo domiciliario y/o asimilables a domiciliarios. Los vecinos de El Romeral, aseguran que por informaciones de ex trabajadores de Santa Marta se enteraron de que se depositaba también lodo de cerderas, desechos hospitalarios no tratados, desechos de cementerios, de carnicerías e incluso de animales.
La municipalidad de Talagante, también decidió sumarse a la causa e interpuso paralelamente un recurso de protección ante la Corte de Apelaciones de San Miguel por el derecho a vivir en un ambiente libre de contaminación. También presentaron una querella criminal contra el Consorcio Santa Marta por sospechas de que el incendio no solo provocó un daño ambiental en el aire sino que también generó una contaminación de las napas subterráneas de agua, producto de la filtración de residuos del vertedero. Hasta el momento la investigación está en desarrollo y es de carácter secreto, como dice el informe de Sebastián Morales, Abogado de la Municipalidad de Talagante.
Santa Marta sigue funcionando de manera normal. Alrededor de unos 40 camiones al día trasladan grandes cantidades de basura y lo seguirán haciendo hasta el 2035, según el permiso que recibieron de la superintendencia de medio ambiente hace cuatro años. Para ese entonces se estima que la basura acumulada sea de 42 millones de toneladas.
Francisca Donoso, relacionadora pública del Consorcio Santa Marta afirma que la empresa no contamina napas subterráneas, si fuera así no podrían trabajar y el relleno sanitario habría sido cerrado hace tiempo. “A pesar de entender como empresa la demanda que presentaron los vecinos, enfatizo en los beneficios que Santa Marta presta a la comunidad. Nosotros damos trabajo, un 80% de nuestros trabajadores provienen de Lonquén, Lo Herrera y El Romeral y como empresa nos hemos preocupado de incluirlos directamente y de escuchar sus necesidades para generar proyectos que los beneficien”, agrega.
A pesar de vivir en una zona que aparenta estar libre de contaminación rodeada de parcelas, grandes pastizales, cultivos y árboles frondosos, 137 familias que residen en localidades vecinas: Lo Herrera, Lonquén y El Romeral, día a día conviven con un vecino pestilente y comparten una idea común: el cierre del relleno sanitario que hace 14 años inundó la zona con un nauseabundo olor a podrido.
Sobre la autora: Fernanda Robles es estudiante de Periodismo y escribió este reportaje en el curso Taller de Prensa. El artículo fue editado por Francisca Wolff en el Taller de Edición en Prensa.
fuente: Kilometrocero