Médico Patólogo Informante: Luzifer.
Como explica sensatamente el senador Carlos Montes en entrevista con La Tercera, si se revisa con atención el programa de gobierno de Bachelet, no se le puede calificar de “izquierdista”.
Lo que se proponía e intentó hacer, en algunos casos muy bien y en otros con mucha desprolijidad, fue simplemente alcanzar la normalidad que existe en la totalidad de los países capitalistas de la OCDE, en materia de carga tributaria, modelo educativo, relaciones laborales, etc.
Sin embargo, las palabras crean realidades para bien o mal.
Cuando el tristemente recordado Ministro Eyzaguirre habló de “bajar de los patines” a los hijos de 3.5 millones de apoderados (note bien, 3.5 millones), encendió una histeria colectiva que ya no nos abandonaría por el resto del período.
En ese mismo crispado ambiente, el Senador Quintana acuñó el término “retroexcavadora”, con lo cual la histeria de esos mismos 3.5 millones de apoderados que habían, por así decirlo, “ascendido a la clase media” a punta de esfuerzos la última década, alcanzó niveles insospechados.
Esto se alimentó con la imagen que creó la presencia del PC en el gobierno, a pesar de que en lo concreto este partido nunca pretendió ir más allá de las modestas propuestas de corte socialdemócrata del programa de gobierno. Son después de todo los más disciplinados, aunque de vez en cuando salen a decir que el dictador Maduro es estupendo… lo cual da más municiones a la campaña del terror.
Si la Presidenta hubiera salido al día siguiente a pegarle un coscacho en la boca a ambos próceres que se fueron de lenguas largas, si hubiera cuestionado la falsa democracia de Venezuela, otro gallo habría cantado.
Pero… a ella misma y otros seudoizquierdistas de pacotilla en el gobierno y congreso se les “calentó la boca” y también comenzaron a soñar o decir estupideces setenteras, antagonizaron no sólo a los grandes sino también a los medianos y pequeños empresarios, siguieron mandando proyectos desprolijamente formulados al congreso, y así fue como la derecha, los empresarios y su prensa aprovecharon que se les dejó la mesa servida para demoler la imagen del gobierno.
En el vacío político que quedó, irrumpió en escena el Frente Amplio, con un discurso aún más radical, lo cual aterró aun más a las clases medias. Se polarizó aun más el país.
La mesa quedó servida para la campaña electoral de la derecha, que instaló muy efectivamente las imágenes de “Chilezuela” y la “Tómbola”. No son tontos, y saben que esos 3.5 millones de apoderados son su nueva base electoral, que se les entregó en bandeja por estupideces. (La mentada “tómbola” es el mismo software de selección de la capitalista ciudad de Boston)
Y así…..la Presidenta y el gobierno vieron su popularidad caer de 60% a 30%… y por segunda vez, Bachelet le entregó olímpicamente el gobierno a la oposición, dejó a su coalición atomizada y hecha polvo, atacada desde ambos flancos y, lo que es peor, con nula visión conjunta para el futuro del país.
Después de ella, con su corifeo Eyzaguirre tocando la lira mientras se incendiaba Roma,… llegó el diluvio electoral.
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