Encender una vela es mucho más que iluminar una habitación. Es un acto simbólico y un llamado a las fuerzas invisibles que nos rodean.
Desde tiempos antiguos, las velas se han usado en rituales y ceremonias para limpiar energías, pedir protección, atraer amor o simplemente agradecer.
Su fuego, que transforma la cera en luz, representa la conexión entre lo terrenal y lo espiritual.
Cada color tiene un propósito distinto:
- Las velas blancas purifican el entorno y calman el espíritu.
- Las rosadas fomentan la armonía en las relaciones.
- Las verdes renuevan la salud y la esperanza.
- Las azules aportan serenidad y equilibrio.
- Las doradas y amarillas despiertan la abundancia y el éxito.
Pero no se trata solo del color, sino de la intención que acompaña al momento de encenderlas.
“Cuando una vela se enciende con fe, la energía se mueve. Es como abrir una puerta hacia lo que deseas atraer”, dice Sandra la Guardiana de la Luz, quien desde hace años trabaja con velas energéticas y rituales de armonización.
Para ella, este arte no tiene que ver con superstición, sino con la energía que todos somos capaces de proyectar.
Sandra recomienda encender velas en un espacio tranquilo, acompañadas de una intención clara y palabras amables.
“Cada llama es un reflejo del alma. Si brilla con calma, la vida empieza a fluir con la misma serenidad”, afirma.
Así, el poder de las velas sigue vigente como un recordatorio de que la luz exterior puede despertar también nuestra luz interior.
Si quieres conocer más de velas, rituales y ceremonias, así como de lecturas asociadas a su poder, puedes contactar a sandrajorquera@gmail.com
