La ligadura de trompas es una intervención quirúrgica diseñada para cerrar las trompas de Falopio y prevenir así futuros embarazos. Este procedimiento, que suele durar alrededor de 30 minutos, puede realizarse después del parto, ya sea por cesárea o parto natural.
La cirugía es relativamente sencilla, con el médico realizando una o dos pequeñas incisiones, generalmente cerca del ombligo. En ocasiones, se puede inflar el útero con aire para visualizar mejor las trompas. Estas se cauterizan o se sellan con una pequeña banda.
Existe también un método menos invasivo en el cual se introduce un dispositivo en las trompas a través del útero, evitando así la necesidad de incisiones. Sin embargo, este método es más recomendado para mujeres que están seguras de no querer tener más hijos, ya que su reversión puede ser complicada.
Es importante tener en cuenta que la ligadura de trompas no es una opción a corto plazo ni reversible. Presenta riesgos como sangrado, daño a otros órganos e infecciones, así como posibles complicaciones como un cierre incompleto de las trompas, que podría llevar a un embarazo, o un aumento del riesgo de embarazo ectópico.
Después del procedimiento, especialmente si se usaron bandas o el dispositivo, se recomienda realizar un seguimiento aproximadamente tres meses después para confirmar que las trompas estén bloqueadas y utilizar métodos anticonceptivos adicionales para evitar un embarazo.
Se ha observado que las mujeres que se someten a una ligadura de trompas tienen un menor riesgo de desarrollar cáncer de ovarios, pero es crucial estar bien informada sobre las implicaciones y posibles complicaciones de este procedimiento. Siempre se debe discutir con el médico tratante si es la opción más adecuada en cada caso.