La reciente decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos de no acoger la solicitud de la actriz chilena María Elena Swett en el proceso judicial por la custodia de su hijo marca un cierre doloroso en lo jurídico, pero un nuevo punto de partida en lo social. El caso ha vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre la violencia vicaria y las implicancias emocionales que enfrentan madres cuando los hijos son utilizados como herramienta de control o distanciamiento.
Una batalla judicial con impacto humano
Tras más de un año de litigios, el fallo del máximo tribunal estadounidense ratifica la resolución anterior: el menor permanecerá bajo custodia de su padre en Estados Unidos. Swett, por su parte, deberá desplazarse al país norteamericano para mantener contacto con su hijo.
La actriz habría alegado que la relación con su hijo se había visto afectada por conductas de manipulación emocional que interfirieron en el vínculo entre ambos. Si bien la justicia no acogió su recurso, la exposición del caso generó una ola de reflexiones sobre cómo ciertos patrones de influencia o manipulación pueden operar en conflictos parentales prolongados. Para la periodista Paola Medina Amaro, quien lleva en curso una investigación sobre Violencia Vicaria en Chile, “este desenlace judicial no cierra el tema sino abre una conversación urgente sobre cómo equilibrar el interés superior del niño con la detección temprana de prácticas de inoculación parental”, además añade “que el caso de Mane Swett se convierte en un espejo social que refleja las complejidades de los vínculos parentales contemporáneos”.
Violencia Vicaria: Cuando el daño trasciende lo físico
La violencia vicaria es una forma de violencia psicológica en la que el padre instrumentaliza al hijo(a) para causar daño emocional a la madre. Puede manifestarse en la obstaculización del contacto, la manipulación de la narrativa afectiva o la generación de rechazo hacia la madre.
Catherine Rojas, Directora Social de Mujeres Líderes Políticas, ONG que representa a Women Leader Forum en Chile, señala que este tipo de violencia no siempre tiene reconocimiento jurídico formal, pero sí deja consecuencias profundas. “Cuando un niño o niña aprende a rechazar a un progenitor por influencia del otro, no sólo se afecta la figura adulta, sino también la estabilidad emocional del menor, dejando huellas irreparables y dolorosas”, explica.
De esta forma, Rojas, describe un “Cierto paralelo” con el caso de la actriz, de acuerdo a lo informado por los medios de prensa: “Si bien no se conoce el real vínculo materno, pues se entiende que es parte de su intimidad, puedo decir, que en casos de secuestro de tu hijo(a), un hombre agresor se mantiene estable, mientras tú hagas lo que él quiere. Por ejemplo, el día que tú decides romper una relación, es donde verdaderamente sale el monstruo vicario. Habitualmente se comienza a visualizar su actuar y a codificar a los hijos 2 años antes de la separación aproximadamente. Entonces esta será la forma de controlar y someter a la víctima, porque ellos esperan deshabilitarte como madre, para luego ocasionar el rapto del vínculo filio – materno sin problema. Inmediatamente, viene la desestabilización emocional y económica con las judicializaciones excesivas”, relata.
Un caso que visibiliza un problema estructural
El caso de Mane Swett ha trascendido su dimensión personal. Diversas voces en Chile han señalado que pone en evidencia la falta de herramientas legales y de acompañamiento psicológico para abordar dinámicas de manipulación afectiva dentro de procesos de custodia en nuestro país.
Según Catherine Rojas, la visibilidad mediática de este caso ha permitido que se hable más abiertamente de cómo la Violencia Vicaria se entrelaza con la Violencia de Género e Institucional de manera indivisible: “Existe una incapacidad para distinguir la verdad de la mentira. El sistema no puede determinar con certeza la veracidad de las denuncias, lo que puede llevar a errores judiciales y a la revictimización de estas madres”, señala. Asimismo, la periodista de la investigación, concuerda con los dichos de la Directora Social de Mujeres Líderes Políticas: “En esta materia no existe investigación, por tanto, no existe carpeta investigativa ni presunción de inocencia. Asimismo, no se puede saber a ciencia cierta, si lo que demanda el otro progenitor es verídico.”, comenta.
Llamado a una mirada integral
Catherine Rojas, señala, además, “que este fallo no sólo habla de una madre que pierde la custodia, también nos muestra un sistema que aún no logra reconocer el impacto de la violencia emocional en los procesos judiciales”, declara. Además, destaca, “que no se puede desvincular o segregar terroríficamente a una madre de su hijo, es algo que va más allá de la Violencia Vicaria. Es un atentado silencioso a la maternidad, un crimen a la infancia y adolescencia”, sentencia.
De esta manera, la Directora Social, menciona que “a través de un cambio profundo y sostenido se garantiza que las víctimas de Violencia Vicaria, Vulneración y Abuso Infantil reciban la protección y el apoyo que necesitan para sanar y reconstruir sus vidas. Una tarea compleja de reconstrucción”. Y enfatiza en que la “capacitación y especialización a profesionales del derecho y las instituciones, en la atención a víctimas, es imprescindible, además de reconocer la Violencia Vicaria como tal”. Apunta.
Por su parte, la investigadora de la Violencia Vicaria en Chile, aclara que el despojo de los hijos se presenta tanto en padres como en madres, pero en esta oportunidad centró su trabajo en casos familio – materno debido al incremento abrupto de este tipo de violencia en estos últimos años – cifras obtenidas de la ONG Mujeres Líderes Políticas, organización que acompaña a madres que sufren esta problemática -. “Considerando el complejo escenario de las denuncias falsas que han surgido en torno a este tema, es que mi trabajo busca abrir un espacio de debate público, académico y jurídico respecto a la necesidad de incorporar a la Violencia Vicaria en la agenda legislativa chilena, para que nunca más niños, niñas o adolescentes queden huérfanos de padre o madre vivos en casos de desarraigo parental”, sentencia.
Fallo en caso de María Elena Swett reabre discusión sobre Violencia Vicaria y vínculos parentales

Comentarios