Sexo y Mujer

LA VIDA SEXUAL DURANTE EL EMBARAZO

Cuando una pareja enfrenta un embarazo resultan claves las indicaciones que hacen posible la experiencia plena de esta nueva etapa, así como la vivencia satisfactoria de la maternidad sin riesgo. Uno de los desafíos que enfrenta la pareja embarazada se relaciona con su vida sexual: a muchos les preocupan los efectos que la actividad sexual puede tener en el embarazo, y algunos incluso se abstienen de ella mientras dura la gestación.

La sexualidad es un aspecto de la salud integral que nos acompaña en cada etapa de la vida y que requiere algunas veces de modificaciones para satisfacer las necesidades propias del momento vital, sin llegar a su interrupción. Durante el embarazo las parejas pueden tener una vida sexual grata y placentera si son capaces de acomodarse y ajustar la práctica a las  transformaciones propias del cuerpo de la mujer producto del período de gestación. Mantener un espacio erótico-amoroso permitirá otorgar continuidad a la vivencia sexual, potenciando los espacios de disfrute de la pareja en esta etapa y disminuyendo también las probables complicaciones naturales al retomar la actividad sexual en el posparto.

Los factores que pueden influir sobre el interés sexual de una mujer embarazada durante el primer trimestre de gestación incluyen la fatiga, la náusea, los cambios fisiológicos (la vaso congestión de los senos que ocurre durante la estimulación sexual puede ser dolorosa para una mujer que experimenta hipersensibilidad en esa zona) y alguna angustia difusa en mujeres que estén embarazadas por primera vez o que tuvieron complicaciones en un embarazo anterior. En el caso de los hombres algunos manifiestan aprehensiones relacionadas a la posibilidad de daño al bebé durante la penetración. Es importante tener presente que, en ausencia de otras complicaciones, la penetración no causa daño o complicaciones al bebé.

El segundo trimestre del embarazo hace más consciente a una mujer de la presencia del bebé en formación, por sus movimientos y aumento de tamaño; sin embargo, el segundo trimestre es por lo común más tranquilo: ha desaparecido la náusea y la somnolencia y puede aparecer un renovado interés sexual. Algunas mujeres presentan una mejor disposición sexual debido a la ausencia de riesgo de embarazo o bien por el aumento de la vaso congestión pélvica o el aumento de la lubricación vaginal que favorece la excitación sexual.  En el caso de los hombres, las transformaciones corporales de su mujer pueden hacer más patente su maternidad futura, cosa que puede disminuir el interés sexual en algunos, apareciendo otras manifestaciones amoroso-eróticas que no tienen relación con la penetración. Identificar e  incorporar nuevas posiciones para la práctica penetrativa, así como el desarrollo y exploración de nuevas prácticas sexuales no penetrativas (frotación genital, masturbación mutua, sexo oral), puede ser un elemento clave para mantener la vida sexual durante estos meses.

La actividad sexual durante el tercer trimestre del embarazo suele disminuir considerablemente. Las razones más comunes que se aducen para explicar este cambio son: malestar físico, focalización en la tarea del parto, torpeza para efectuar el coito, recomendación médica y sentimientos de pérdida de atractivo (según lo percibe la mujer). Desde el punto de vista de la salud, ya en los últimos meses existe el riesgo de inducir un parto prematuro a causa de las contracciones uterinas que acompañan al orgasmo. Las mujeres con antecedentes de sangrado vaginal durante el embarazo, membranas rotas o cuello maduro antes de tiempo, son las que corren el riesgo de tener un parto prematuro. Las mujeres sin antecedentes de estas complicaciones y que están sanas, pueden participar en la actividad sexual durante el tercer trimestre del embarazo sin riesgo para ellas o para el feto, siendo en general una práctica sexual no penetrativa y que otorgue comodidad  física a la mujer.

Lo importante es que cada pareja pueda tomar decisiones teniendo toda la información disponible respecto del efecto de un embarazo en la vida sexual, disminuyendo los  temores aprendidos que pueden preocuparnos y que acaban desdibujando un espacio siempre beneficioso para la pareja y su necesidad de intimidad.

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